El Mundo del Cómic en España

Cuando un sector es pequeño y todos los que pertenecemos a él, tanto profesionales como aficionados nos conocemos entre nosotros, la lógica indica que deberíamos remar todos en la misma dirección. En el mundo del cómic en España, desgraciadamente no es así. Es lógico que, por ejemplo en el fútbol, haya rivalidades y odios al tratarse de una afición y un negocio que mueve a millones de personas y cada uno tiene sus propios colores y bufandas. Pero incluso en los casos de mayor enfrentamiento, como el Barça y el Real Madrid, a ambas directivas les importa que el contrario vaya bien. Necesitan que estén al mismo nivel en pos de la competición y el beneficio económico. Lo mismo ocurre con Coca-Cola y Pepsi o Marvel y DC.


Sin embargo, en el sector del cómic en España (no sé en otros países, aunque en USA con el Comics Gate tienen lo suyo) nos matamos entre nosotros. Siempre se ha dicho que somos muy cainitas. Ya sabéis, según la Biblia, Caín fue el primer asesino acabando con la vida de su hermano por simples celos. Los aficionados vamos a cuchillo contra quienes no opinan lo mismo y, en los casos más extremos, hay auténticos psicópatas capaces de crearse decenas de cuentas falsas o pasarse años hablando de la persona a quien toman manía en sus grupos cerrados. Y hay hasta quienes llegan a intentar romper una relación de pareja. Creedme: lo sé por experiencia. O deciden organizar boicots a determinados autores por sus opiniones políticas progresistas y nada retrógrados. Spoiler: fracasan estrepitosamente. A veces parece que muchos están en esta afición para parecerse a los villanos de sus cómics de superhéroes o que prefieren entrar en este mundillo para hacer daño e intentar que esto se parezca más a la prensa del corazón que a fomentar el amor por el arte y la lectura. No sé de dónde saca tiempo esa gente para disfrutar de las obras, más aún teniendo en cuenta que muchos deben cumplir con obligaciones laborales y familiares.

Pero, pensaréis, los fans son una cosa; pero los autores tendrán dos dedos de frente. Pues no todos. Mientras hay algunos profesionales consagrados internacionalmente que continúan creando obras para España, como David Rubín o Paco Roca, hay otros que solo ponen trabas. Y ojo, recordemos que no es lo mismo que un autor español haga un tebeo para una editorial francesa o americana que para el mercado nacional. Porque por mucho que nos guste Blacksad o los dibujos de Jorge Jiménez en DC, el beneficio no es para la industria nacional. Luego sus tebeos salen aquí pero franquiciados, no como propios. Aún así, no quiero que se entienda que esté criticando esta práctica. Cada uno es libre de ganarse la vida de la forma en la que quiera y participar en los proyectos que prefiera. Pero más mérito y honra merecen los que, teniendo potentes propuestas extranjeros, decidieron crear aquí para nosotros y para cuidar la industria patria. El problema surge de aquellos que se dedican a criticar a gente como Rubín, que se dan golpes en el pecho por haber vendido 500 grapas en 2 años y que se quejan de que sus tebeos no venden buscando complots y conspiraciones donde no los hay. Incluso ha habido división de bandos entre los artistas cuando se han hablado de cosas que le interesan a todos ellos, como el porcentaje de comisión que se llevan por libro vendido o por darle premios como autor a personas que nunca han escrito ni dibujado nada.


Aunque en estos últimos años se han hecho tímidos avances para dignificar el medio y darle la importancia que merece, como el Día Nacional del Cómic y del Tebeo, aún queda muchísimo trabajo por hacer. Quizás, si todos remáramos a favor, la gran mayoría de gente dejaría de pensar que las historietas son solo dibujos para niños, que sus lectores son inmaduros o están mal de la cabeza, que los autores tengan unas mejores condiciones laborales y que los cómics, especialmente los creados en España y para el mercado español, sean más vendidos y conocidos entre el público casual.

Dejemos vivir a los demás y disfrutar de sus aficiones sin ser unos acosadores, fomentemos también las obras creadas expresamente para nosotros y que leeremos antes que en ningún otro país, apoyemos a nuestros autores favoritos tanto cuando producen como cuando reclaman mejoras laborales, compremos en las librerías especializadas ya que ellas son la base del negocio y no hagamos caso a los idiotas que solo buscan destruir el medio tanto desde dentro como desde fuera.

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