El Peligro de las Relecturas

Ayer me puse a releer El Viejo Logan tras muchísimos años sin volverla a catar. Le guardo mucho cariño a esa obra, ya que fue uno de los primeros cómics de Marvel que leí, después de Civil War. En su momento, siendo yo todavía una adolescente, me encantó. Tenía mucha acción, personajes carismáticos, violencia... «Esto sí que es adulto», decía para mí adentros. Lo mismo me ocurrió con Batman Silencio y El Largo Halloween, mis primeras historias del murciélago. Me fascinaron y me hicieron enamorarme de los tebeos de superhéroes. Sin embargo, no todo es tan idílico como parece.

Han pasado ya muchos años y me resulta casi ilegible leer esos títulos. Donde antes solo veía sus virtudes, ahora solo hallo grandes agujeros de guión, a mis héroes desdibujados o una trama que, una vez se pierde el factor sorpresa, es mala e incapaz de sostenerse. No voy a decir más defectos porque ellos fueron los que me acercaron al género y me han convertido en la lectora y coleccionista que soy ahora.

Una de las cosas que no me atrevo a revisionar los dibujos animados de mi infancia, ya que en mi memoria guardo un gran recuerdo de ellos y me parecían casi perfectos. El tiempo pone a cada uno en su lugar; pero por mí bien propio, a veces viene bien mantener algunos cómics en la memoria y recordarlos con nostalgia por ser mis primeros acercamientos. De lo contrario, me dejará una sensación de vacío y frustración bastante dura.

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